En estos momentos duros y aciagos para el país, el régimen acorralado continua utilizando la represión y la criminalización de las manifestaciones pacíficas como un instrumento con el objeto de intimidarla, debilitarla o desorganizarla y de este modo evitar las marchas opositoras, que representan la manera mediante el cual el pueblo expresa su descontento, y demanda los cambios necesarios para salir de la crítica situación de miseria y empobrecimiento en el cual se encuentra sumergido.
Este fenómeno se extiende en el todo el país, produciendo un triste y bochornoso espectáculo ante la opinión mundial que muchas organizaciones sociales y civiles están denunciando, documentando y llamando la atención al resto de la sociedades del mundo y a los organismos internacionales que velan por el respeto de los derechos humanos. Tal criminalización de la protesta social como vemos a diario, involucra la judicialización mediante la aplicación del código penal y los delitos y penas que el mismo contempla. Estas genuinas protestas del pueblo venezolano son motivadas por la actual situación del país, la cual rebasa cualquier dimensión de carácter político-ideológico o partidista, conformando un cortejo sintomático que manifiesta el estado de salud en que se encuentra actualmente nuestra golpeada y lesionada democracia.
En los últimos días, también hemos presenciando el hecho infame, que ante las demandas legítimas de nuestro pueblo a través de las protestas, el gobierno ha desatado una brutal represión sistemática contra la población civil haciendo uso indiscriminado e ilegal de la fuerza. Son especialmente dignos de mencionar los cobardes y desproporcionados lanzamientos de bombas lacrimógenas dentro de instituciones hospitalarias, de centros comerciales y conjuntos residenciales. Igualmente hemos observado con desprecio la evidente atrocidad de lanzar este tipo de bombas directo a la humanidad de las personas, desafueros estos que contravienen el artículo 68 de la Constitución, el cual prohíbe “el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas”.
Estos abusos del régimen son en respuesta a la actitud de la protesta asumida por el soberano quien reclama por el estado calamitoso en que han convertido al país; y para el gobierno y sus seguidores no existe nada más perturbador y torturante que el ver caminar pacíficamente con pasos decididos esta legión de valientes venezolanos, que marchan pidiendo sacar a su país de la opresión en que se encuentran, y que cuyo único gran reto no es sino la recuperación de la democracia y la libertad.
Esta una terrible crisis, innegable, que impacta sin excepción a todos los segmentos de la población venezolana, y que se expresa en hechos claros y sustentados como los son la de poseer la mayor inflación del mundo, los mayores índices de violencia criminal, el más grande desabastecimiento, la mayor carestía generalizada de alimentos y medicinas, y el uso indebido, irresponsable, de la fuerza en contra de la libertad de expresión violando flagrantemente el artículo 57 de nuestra Constitución Nacional.
Tenemos el compromiso honorable y patriótico, como hijos de Bolívar, de seguir luchando en contra de un gobierno abyecto que desprecia los derechos humanos y hace que los ciudadanos vivan en condiciones indignas.
En Venezuela como se ha expresado una y mil veces “no podemos invocar la ley, porque ésta no existe, y sólo nos queda por lo tanto la única opción de restituirla, invocando a través de la protesta la fuerza moral y ciudadana de la legitimidad política.
@OcandoM|Médico
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