Obesa, disparatada y coqueta. Con una tristeza
escondida en la alegría y olvidada en las noches de cada estación.
Su cuerpo; un diccionario de malos recuerdos, cuyas palabras,
conceptos y afirmaciones se repetían constantemente en las
horas perdidas de la despedida… constante y monótona.
Ayer decidió escapar de las nostalgias, cubrirse
de los infortunios y jugar al escondite con los demonios
seleccionados por Dante para concretar la desdicha. Tomó el sol y lo guardo en su cartera;
Juntó la neblina para construir un navío y distrajo las tormentas
para que su travesía al destierro fuese tranquila.
Pensó en muchos nombres, en otros países, en diversos cantos;
Llenó su enorme cuerpo con la brisa acostando la eternidad
en un regazo inventado, acudiendo a las cartas que reinventaron la tierra.
Se marchó de ella para encontrarse con ella y en ese espiral
de sensaciones guardó en el olvido la obesidad, los disparates
y la coquetería y se durmió por muchas horas en aquella
extraña tierra donde ancló su navío para desterrar los sentidos
al menos por un tiempo… el más prudente para comenzar de nuevo.
Gerardo Canadell Canga|Profesor universitario
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